Testimonios para los Ministros

Capítulo 6

Necesidades Humanas y Provisión Divina

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Las Razones de la Ineficacia, y el Remedio

Melbourne, Australia, 3 de julio de 1892.

Quiero dirigirme a aquellos que predican la palabra: "El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples". Todas las ventajas y los privilegios que pueden ser multiplicados para vuestro beneficio, a fin de que seáis educados y preparados, arraigados en la verdad, no serán una verdadera ayuda para vosotros personalmente a menos que la mente y corazón estén abiertos de tal manera que la verdad encuentre entrada, y hagáis una entrega concienzuda de todo hábito y práctica, y de todo pecado que le haya cerrado la puerta a Jesús. Que la luz de Cristo escudriñe todo rincón oscuro del alma; con fervorosa determinación adoptad la conducta correcta. Si os aferráis a un proceder erróneo, como muchos de vosotros hacéis ahora; si la verdad no obra en vosotros con poder transformador, de manera que la obedezcáis de todo corazón porque amáis sus puros principios, estad seguros de que para vosotros la verdad perderá su poder vitalizante, y el pecado se fortalecerá.

Esta es la razón por la cual muchos no son agentes eficientes del Maestro. Están constantemente haciendo provisión para agradarse y glorificarse a sí mismos, o albergan sensualidad en el corazón. Cierto es que aceptan la ley de los Diez Mandamientos, y muchos enseñan la ley en teoría, pero no albergan sus principios. No obedecen el mandato de Dios de ser puros, de amar a Dios sobre todas las cosas, y a su prójimo como a sí mismos. Mientras viven constantemente una mentira, ¿pueden los tales tener fuerza, pueden tener confianza, pueden los tales llegar a ser obreros eficientes para Dios?

El Salvador oró por sus discípulos: "Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad". Pero si el que recibe el conocimiento bíblico no hace ningún cambio en sus hábitos o prácticas para corresponder a la luz de la verdad, ¿qué ocurre entonces? El espíritu está luchando contra la carne, y la carne contra el espíritu; y uno de éstos debe vencer. Si la verdad santifica el alma, el pecado es odiado y resistido, porque Cristo es aceptado como un huésped honrado. Pero Cristo no puede compartir un corazón dividido; el pecado y Jesús nunca están en sociedad. El que acepta la verdad con sinceridad, el que come la carne y bebe la sangre del Hijo de Dios, tiene vida eterna. "Las palabras que yo os he hablado -dijo Jesús-, son espíritu y son vida". Cuando el que recibe la verdad coopera con el Espíritu Santo, se sentirá cargado con la preocupación de impartir el mensaje a las almas; nunca será un mero sermoneador. Entrará de corazón y de alma en la gran obra de buscar y salvar lo que se ha perdido. Al practicar la religión de Cristo, realizará una obra en la salvación de las almas.

UNA OBLIGACIÓN ANTE DIOS

Todo creyente tiene la obligación ante Dios de ser un hombre espiritual, que se mantiene en el canal de luz, para permitir que su luz brille ante el mundo. Cuando todos los que se hallan empeñados en la sagrada obra del ministerio crezcan en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, odiarán el pecado y el egoísmo. Una renovación moral se está realizando constantemente; al continuar mirando a Jesús, se conforman a su imagen, y son hallados completos en él, no teniendo su propia justicia, sino la justicia que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

La gran ventaja de las asambleas ministeriales no es ni medianamente apreciada. Son ricas en oportunidades, pero no realizan ni la mitad de lo que debieran, porque los que asisten a ellas no practican la verdad que es presentada ante ellos con claros contornos. Muchos que están explicando las Escrituras a otros, no han rendido consciente y cabalmente su inteligencia, su corazón y su vida al dominio del Espíritu Santo. Aman el pecado y se aferran a él. Se me ha mostrado que prácticas impuras, orgullo, egoísmo, glorificación propia, han cerrado la puerta del corazón, aun de aquellos que enseñan la verdad a los otros, de manera que el enojo de Dios está sobre ellos. ¿No será posible que algún poder renovador se posesione de ellos? ¿Han caído como presa de una enfermedad moral que es incurable, debido a que ellos mismos rechazan ser curados? ¡Ojalá que todos los que trabajan en palabra y en doctrina presten oídos a las palabras de Pablo: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto"!

¡Cuánto se regocija mi corazón por aquellos que andan con humildad de mente, y aman y temen a Dios! Poseen un poder mucho más valioso que el conocimiento y la elocuencia. "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría"; y su amor y temor son como un hilo de oro que une el agente humano con el divino. Así todos los movimientos de la vida son simplificados. Cuando los hijos de Dios están luchando contra la tentación, batallando contra las pasiones del corazón natural, la fe une el alma con el único que puede dar ayuda, y resultan victoriosos.

Quiera el Señor obrar en los corazones de los que han recibido gran luz, para que se aparten de toda iniquidad. Contemplad la cruz del Calvario. Ahí esta Jesús, quien dio su vida, no para que los hombres continuaran en el pecado, no para que tuvieran permiso para quebrantar la ley de Dios, sino para que por medio de su infinito sacrificio fueran salvos de todo pecado. Dijo Cristo: "Yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados", por la perfección de su ejemplo. ¿Se santificarán a sí mismos por la verdad los que predican la verdad a otros? ¿Amarán al Señor con el corazón y la mente y el alma, y a su prójimo como a sí mismos? ¿Alcanzarán el nivel de la más elevada norma del carácter cristiano? ¿Son sus gustos elevados, sus apetitos controlados? ¿Están albergando sólo sentimientos nobles, fuerte y profunda simpatía, y propósitos puros, para que puedan ser en verdad obreros juntamente con Dios? Debemos tener el Espíritu Santo para que nos sostenga en el conflicto; "porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires".

Necesidad del Poder y la Sabiduría Divinos

Melbourne, Australia 3 de julio de 1892.

Se nos ha preguntado por qué es que existe tan poco poder en las iglesias, por qué tienen tan poca eficiencia nuestros maestros. La respuesta es ésta: Porque el pecado conocido es albergado en diversas formas por los profesos seguidores de Cristo, y la conciencia llega a endurecerse, debido a un tiempo largo de violación. La respuesta es que los hombres no andan con Dios sino que se separan de la compañía de Jesús, y como resultado vemos manifestados en la iglesia egoísmo, codicia, orgullo, contiendas, contención, dureza de corazón, licencia, y malas prácticas. Aun entre los que predican la verdad sagrada de Dios, se manifiesta este estado de mal; y a menos que exista una reforma cabal entre los que carecen de santidad, sería mejor que tales hombres abandonaran el ministerio, y eligieran alguna otra ocupación, donde sus pensamientos irregenerados no trajeran desastre al pueblo de Dios.

ESPERANDO Y VELANDO

El apóstol exhorta a los hermanos con estas palabras: "Por lo demás, hermanos míos confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes... en el día malo, y estar firmes, habiendo acabado todo". ¡Oh, qué día está delante de nosotros! ¡Qué zarandeo habrá entre los que pretenden ser hijos de Dios! Los injustos serán encontrados entre los justos. Los que tienen gran luz y que no han andado en ella, tendrán tinieblas correspondientes a la luz que han despreciado. Necesitamos prestar atención a la lección contenida en las palabras de Pablo: "Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, yo venga a ser reprobado". El enemigo está trabajando diligentemente para ver a quién puede añadir a las filas de la apostasía; pero el Señor viene pronto, y antes de mucho todo caso será decidido para la eternidad. Aquellos cuyas obras corresponden a la luz que les fue generosamente dada, serán numerados del lado del Señor.

Estamos esperando y velando por la llegada de la grandiosa y terrible escena que clausurará la historia de esta tierra. Pero no hemos de esperar sencillamente; hemos de estar vigilantemente activo con referencia a este solemne acontecimiento. La iglesia viva de Dios estará esperando, velando y trabajando. Nadie ha de colocarse en una posición neutral. Todos han de representar a Cristo con un esfuerzo ferviente y activo para salvar a las almas que perecen. ¿Se cruzará de brazos la iglesia ahora? ¿Dormiremos, como se representa en la parábola de las vírgenes fatuas? Toda precaución ha de tomarse ahora; pues la obra hecha a la ventura resultará en decaimiento espiritual, y ese día nos sobrecogerá como un ladrón. La mente necesita ser fortalecida para mirar con profundidad y discernir las razones de nuestra fe. El templo del alma ha de ser purificado por la verdad, pues únicamente el puro de corazón podrá resistir los engaños de Satanás.

NUESTRA RELACIÓN CON EL MUNDO

No hemos de copiar las prácticas del mundo, y sin embargo no hemos de estar lejos del pueblo que vive en el mundo; pues nuestra luz debe brillar en medio de las tinieblas morales que cubren la tierra. Hay una triste carencia de amor cristiano mutuo en la iglesia. Este amor se extingue con facilidad; y sin embargo sin él no podemos tener compañerismo cristiano, ni amor hacia aquellos o por quienes Cristo murió.

Nuestros hermanos necesitan prestar atención a la orden: "Empero las cuestiones necias y sin sabiduría desecha, sabiendo que engendran contiendas. Que el siervo del Señor no sea litigioso, sino manso para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen: si quizá Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad, y se zafen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él". Tendremos que encarar elementos torcidos en el mundo y en la iglesia. Vendrán hombres que pretenderán tener gran luz; pero los que tienen experiencia en la causa de Dios verán que lo que ellos presentan como luz son grandes tinieblas. Hombres de esta clase tendrán que ser tratados de acuerdo con las especificaciones de la Palabra de Dios. Los que están en error pueden llegar a excitarse en la defensa de sus puntos de vista, pero los que andan en la luz pueden ser capaces de permanecer calmos, amables con el que yerra, aptos para enseñar, poniendo de manifiesto el hecho de que han pedido y recibido sabiduría de Dios. No tendrán ninguna ocasión de moverse en forma excitada, sino de hacer movimientos sabios, pacientes, "instruyendo con mansedumbre a los que se oponen". Ha llegado el tiempo en que los que están arraigados y fundados en la verdad manifiesten su firmeza y decisión, revelen el hecho de que no son movidos por los sofismas, las máximas o las fábulas de los ignorantes y los inestables. Sin fundamento, ciertos hombres harán declaraciones con todo el tono positivo de la verdad; pero no hay objeto en argüir con ellos concernientes a sus aseveraciones espurias. La mejor forma de tratar con el error es presentar la verdad, y permitid que las ideas descabelladas mueran por falta de atención. Contrastada con la verdad, la debilidad del error resulta clara para toda persona inteligente. Cuanto más se repita los asertos erróneos de los opositores, y de los que se levantan de entre nosotros para engañar a las almas, tanto mejor se sirve la causa del error. Cuanto mayor sea la publicidad que se da a las sugestiones de Satanás, tanto más se agrada a su majestad satánica; porque los corazones no santificados estarán preparados para recibir la paja que él les proporciona. Tendremos que hacer frente a las dificultades de este orden. Habrá hombres que harán un mundo de un átomo y un átomo de un mundo.

USEMOS LOS TALENTOS QUE DIOS NOS HA DADO

¿No podemos hacer más por las iglesias para que sean despertadas a fin de que actúen de acuerdo con la luz que ya han recibido? Dios ha señalado a cada uno su obra. Tanto los más humildes como los más poderosos han sido dotados de una influencia que debe ejercerse del lado del Señor, y ellos deben dedicarle a él sus talentos, cada uno trabajando en el puesto del deber que se le ha asignado. El Señor espera que cada uno haga lo mejor. de que es capaz. Cuando brilla la luz en el corazón, él espera que nuestra obra corresponda a nuestra luz, que esté de acuerdo con la medida de la plenitud de Cristo que hemos recibido. Cuanto más usemos nuestro conocimiento y ejercitemos nuestras facultades, tanto mayor conocimiento tendremos, tanto mayor poder adquiriremos para hacer una obra mayor y mejor .

Nuestros talentos no son nuestros; son propiedad del Señor para los que tenemos que negociar. Somos responsables por el uso o el abuso de los bienes del Señor. Dios pide que los hombres inviertan los talentos que les fueron confiados, para que cuando el Señor venga reciba con usura lo que le pertenece. Con su propia sangre Cristo los ha comprado como sus siervos. ¿Le serviremos? ¿Estudiaremos para mostrarnos aprobados de Dios? ¿Manifestaremos por nuestras acciones que somos mayordomos de su gracia?. Todo esfuerzo puesto a contribución en favor del Maestro, impulsado por un corazón puro y sincero, será una ofrenda fragante para él.

Andemos a la vista de las inteligencias invisibles. Un testigo está a nuestro lado constantemente para observar cómo negociamos con los bienes que nuestro Señor nos ha confiado. Cuando el buen mayordomo devuelve sus talentos con usura, no tendrá ninguna pretensión. Se dará cuenta de que se trata del los talentos que Dios le entregó a él, y dará gloria al Señor. Sabe que no habría habido ninguna ganancia de no existir el depósito, ningún interés de no existir el capital. El dirá: "Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado sobre ellos". Considere ahora la iglesia si está poniendo a usura el capital que el Señor le ha dado. Sin la gracia de Cristo toda alma habría caído en la bancarrota por la eternidad; por lo tanto no podemos reclamar nada con justicia. Pero aun cuando no podemos reclamar nada, cuando somos mayordomos fieles, el Señor nos recompensa como si los méritos fueran todos nuestros. El dice: "Bien buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor".

¡Cuántos lamentarán las oportunidades perdidas cuando sea eternamente tarde! Hoy tenemos talentos y oportunidades, pero no sabemos por cuánto tiempo serán nuestros. Trabajemos, pues, mientras es el día; porque la noche viene, cuando nadie pueda obrar. "Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el Señor viniere, hallare haciendo así".

Volved al Primer Amor

Melbourne, Australia, 15 de julio de 1892.

La razón por la cual muchos dejan de tener éxito es que confían demasiado en sí mismos, y no sienten la positiva necesidad de descansar en Cristo al salir a buscar y salvar lo que se ha perdido. Hasta que no tengan la mente de Cristo y enseñen la verdad como es en Jesús, no lograrán mucho. Ando con temblor delante de Dios. No sé cómo hablar o trazar con la pluma los grandes temas del sacrificio expiatorio. No sé cómo presentar los temas con el poder viviente con que yo los recibo. Tiemblo de temor ante la idea de empequeñecer el gran plan de salvación usando palabras inadecuadas. Mi alma se inclina con temor y reverencia delante de Dios, y dice: Para estas cosas, ¿quién es suficiente? ¿Cómo puedo yo hablar, cómo puedo escribir a mis hermanos, de manera que ellos capten los rayos de luz que dimanan del cielo? ¿Que diré?.

"ARREPIENTETE Y HAZ LAS PRIMERAS OBRAS"

La atmósfera de la iglesia es tan frígida, su espíritu es de tal naturaleza, que los hombres y mujeres no pueden sostener o soportar el ejemplo de la piedad primitiva nacida del cielo. El calor de su primer amor está congelado, y a menos que sean regalados por el bautismo del Espíritu Santo, su candelabro será quitado de su lugar, si no se arrepienten y hacen las primeras obras. Las primeras obras de la iglesia se veían cuando los creyentes se buscaban amigos, parientes y conocidos, y con corazones desbordantes de amor les contaban la historia de lo que Jesús era para ellos y lo que ellos eran para Jesús. ¡Oh, que el Señor despierte a los que ocupan puestos de responsabilidad para que no emprendan la obra confiando en su propia habilidad! La obra que salé de sus manos carecerá del molde y de la inscripción de Cristo.

EL PODER PERVERTIDOR DEL EGOÍSMO

El egoísmo echa a perder todo lo que hacen los obreros no consagrados. Necesitan orar siempre, pero no lo hacen. Necesitan velar en oración. Necesitan sentir el carácter sagrado de la obra, pero no lo sienten. Manejan cosas sagradas como lo hacen con cosas comunes. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente, y hasta que puedan beber del agua de la vida, y Cristo sea en ellos una fuente de agua que salte para vida eterna, no refrescarán a nadie, no serán una bendición para nadie; y a menos que se arrepientan, su candelero será quitado de su lugar. Hay necesidad de perseverante paciencia, de invencible caridad, de omnipotente fe en la obra de salvar almas. El yo no debe ser prominente. Debe ejercerse la sabiduría de Cristo al tratar con las mentes humanas.

Todo obrero que trata con éxito con las almas debe entrar en el trabajo desprovisto del yo. No puede haber rezongos o irritación, ni ejercerse autoridad arbitraria; no puede señalarse con el dedo y hablar vanidades; mas emprended la obra con corazones calentados por el amor hacia Jesús y hacia las preciosas almas por las cuales murió. Los que tienen suficiencia propia no pueden esconder su debilidad . Afrontarán la prueba con arrogante confianza en sí mismos, y harán manifiesto el hecho de que Jesús no está con ellos. Estas almas con suficiencia propia no son pocas, y tienen lecciones que aprender por la dura experiencia del desconcierto y la derrota. Pocos tienen la gracia de dar la bienvenida a una experiencia tal, y muchos se descarrían bajo la prueba. Echan la culpa de su derrota a las circunstancias, y piensan que su talento no es apreciado por otros. Si se humillaran a sí mismos bajo la mano de Dios el les enseñaría.

FACTORES ESENCIALES EN EL SERVICIO

Los que no aprenden todos los días en la escuela de Cristo, los que no pasan mucho tiempo en ferviente oración, no están preparados para manejar la obra de Dios en alguna de sus ramas; pues si lo hicieran, la depravación humana los vencería ciertamente, y elevarían sus almas con vanidad. Los que llegan a ser obreros juntamente con Cristo Jesús y tienen espiritualidad para discernir las cosas espirituales, sentirán su necesidad de la virtud y de la sabiduría que vienen del cielo para manejar la obra del Señor. Hay algunos que ni arden ni brillan, y sin embargo están contentos. Se encuentran en una condición desgraciadamente fría e indiferente, y un gran número que conoce la verdad manifiestamente descuida el deber, por lo cual Dios los tendrá por responsables.

Dios nos ha dado a Jesús, y en él está la revelación de Dios. Nuestro Redentor dice: "El que me ama, mi palabra guardará; y mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada". "Pues lo que habéis oído desde el principio, sea permaneciente en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio fuere permaneciente en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre". Si conocemos a Dios, y a Cristo Jesús a quien él ha enviado, una inefable alegría llenará el alma. ¡Oh, cómo necesitamos la presencia divina! Todo obrero debiera estar exhalando su oración a Dios por el bautismo del Espíritu Santo. Grupos debieran reunirse para pedir a Dios ayuda especial, sabiduría celestial, a fin de que el pueblo de Dios sepa cómo planear, proyectar y ejecutar la obra.

Especialmente deben orar los hombres porque el Señor escoja a sus agentes, y bautice a sus misioneros con el Espíritu Santo. Durante diez días los discípulos oraron antes de haber venido la bendición pentecostal. Se necesitó todo ese tiempo para llevarlos a una comprensión de lo que significaba ofrecer una oración eficaz, acercándose más y más a Dios, confesando sus pecados, humillando sus corazones delante del Señor, contemplando a Jesús, por la fe y siendo transformados a su imagen. Cuando la bendición vino, llenó todo el lugar donde estaban reunidos, y dotados de poder, salieron a hacer una obra eficaz para el Maestro.

LA SELECCIÓN DE HOMBRES PARA EL MINISTERIO

La tarea de elegir a hombres para hacer la sagrada obra encomendada en nuestras manos se la ha encarado como un asunto demasiado liviano. Como consecuencia de esto, están trabajando en campos misioneros hombres inconversos que están llenos de anhelos apasionados, desagradecidos, carentes de santidad. Aun cuando algunos de ellos han sido a menudo reprobados, no han cambiado su conducta, y sus prácticas sensuales traen oprobio a la causa de Dios. ¿Cuál será el fruto de una labor tal? ¿Por qué no recuerdan todos nuestros obreros que de toda palabra, buena o mala, han de dar cuenta en el día del juicio? Toda inspiración del Espíritu Santo que guía a los hombres a la bondad y a Dios es anotada en los libros del cielo, y el obrero a través del cual el Señor ha traído luz será alabado en el día del Señor. Si los obreros se dieran cuenta de la responsabilidad eterna que descansa sobre ellos, ¿asumirían la obra sin un profundo sentido de su carácter sagrado? ¿No deberíamos esperar ver la obra profunda del Espíritu de Dios en los hombres que se presentan para entrar en el ministerio?

El apóstol dice: "Mas vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne en sus deseos". Escuche toda alma estas palabras, y sepa que el Señor Jesús no aceptará ninguna trama. El obtener obreros que persisten en mantener sus imperfecciones de carácter, y no dan plena prueba de su ministerio, la norma ha sido grandemente rebajada. Hay muchos que ocupan puestos de responsabilidad que no prestan oído a la orden del apóstol, sino que hacen provisión para complacer la concupiscencia de la carne. A menos que el obrero se vista del Señor Jesucristo y halle en él sabiduría, santificación y redención, ¿cómo puede él representar la religión de Jesús? Toda su eficiencia, toda su recompensa se encuentra en Cristo. Debe haber evidencia, por parte de los que asumen la solemne posición de pastores de que están investidos, de que sin reserva están dedicados a la obra. Deben tomar a Cristo como su Salvador personal. ¿Por qué es que aquellos que por mucho tiempo han estado ocupados en el ministerio, no crecen en gracia y en el conocimiento del Señor Jesús? Se me ha mostrado que complacen sus propensiones egoístas, y sólo hacen las cosas que concuerdan con sus gustos e ideas. Hacen provisión para complacer el orgullo y la sensualidad, y llevan a la realización sus ambiciones y planes egoístas. Están llenos de estima propia. Pero aun cuando sus malas propensiones puedan parecerles tan preciosas como la mano derecha o el ojo derecho, éstas deben ser separadas del obrero, o de otra manera él no puede ser aceptable ante Dios. Las manos son impuestas a los hombres para ordenarlos para el ministerio antes que sean cabalmente examinados con respecto a sus calificaciones para la obra sagrada; pero ¡cuánto mejor sería hacer una obra completa antes de aceptarlos como ministros, que tener que pasar un examen tan rígido después que han sido establecidos en su posición y han puesto su molde sobre la obra!

UNA VIDA CONSAGRADA

La siguiente cita muestra lo que la verdadera consagración hará, y esto es lo que debemos exigir de nuestros obreros:

"Harlan Page se consagró a sí mismo a Dios con la determinación de vivir y trabajar para promover la gloria del Señor, en la salvación de los que perecen. 'Cuando obtuve esperanza por primera vez - dijo él en su lecho de muerte - , sentí que debía trabajar por las almas. Oré año tras año que Dios me diera los medios para salvar a algunos'. Sus oraciones fueron señaladamente contestadas. Nunca perdió Page una oportunidad de sostener la lámpara ante las almas. Por carta, por conversación, por medio de folletos, por medio de oraciones, por ruegos y amonestaciones, así como por un ejemplo santo y ferviente, trató de rescatar a los errantes, de edificar al creyente. En fábricas, en escuelas, y por doquiera realizaba esta labor mecánica, y sólo el grandioso poder de la gracia puede explicar cómo un hombre humilde podía lograr tanto. Su vida es un comentario elocuente de las palabras: 'Antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte: y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es'. 'Nuestra fe en las realidades eternas es débil - Page exclamó -, y nuestro sentido del deber pálido, mientras descuidamos la salvación de nuestros semejantes. Despertemos a nuestro deber, y mientras tengamos lengua o pluma, dediquémoslas al servicio del Altísimo, no en nuestra propia fuerza, sino con fe poderosa y firme confianza'".

Tenemos una luz acrecentada. Tenemos un mensaje solemne y de peso que presentar al mundo, y Dios ha dispuesto que sus discípulos escogidos tengan una profunda experiencia y fueran dotados del poder del Espíritu Santo. "Jehová mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón". Esta fue una lección que David nunca olvidó, y en el testimonio de su muerte que destinó a Salomón dijo: "Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto, y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende toda imaginación de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre".

Vivimos en un período importante de la historia de esta tierra; y por la luz de la verdad que brilla sobre nosotros, no podemos ahora ser excusados por conformarnos ni por un momento a una norma baja. Como obreros juntamente con Cristo, tenemos el privilegio de compartir con Jesús sus sufrimientos. Hemos de mirar su vida, estudiar su carácter, y copiar el modelo. Lo que Cristo era en su humanidad perfecta, debemos serlo nosotros; porque debemos formar caracteres para la eternidad,

El Espíritu Santo Espera que Pidamos y Recibamos su Poder

Melbourne, Australia, 28 de diciembre de 1891

Precisamente antes que Jesús dejara a sus discípulos para ir a las mansiones celestiales, los animó con la promesa del Espíritu Santo. Esta promesa nos pertenece tanto a nosotros como a ellos, y, sin embargo, ¡cuán raramente se presenta ante el pueblo, o se habla de su recepción en la iglesia! Como consecuencia de este silencio con respecto a este importantísimo asunto, ¿acerca de qué promesa sabemos menos por su cumplimiento práctico que acerca de esta rica promesa del don del Espíritu Santo, por el cual ha de concederse eficiencia a toda nuestra labor espiritual? La promesa del Espíritu Santo es mencionada por casualidad en nuestros discursos, es tocada en forma incidental, y eso es todo. Las profecías han sido tratadas detenidamente, las doctrinas han sido expuestas; pero lo que es esencial para la iglesia a fin de que crezca en fortaleza y eficiencia espiritual, para que la predicación pueda llevar consigo convicción, y las almas sean convertidas a Dios, ha sido por mucho tiempo dejado fuera del esfuerzo ministerial. Este tema ha sido puesto a un lado, como si algún tiempo futuro haya de ser dedicado a su consideración. Otras bendiciones y privilegios han sido presentados ante el pueblo hasta que se ha despertado el deseo de la iglesia por el logro de la bendición prometida de Dios; pero la impresión concerniente al Espíritu Santo ha sido que este don no es para la iglesia ahora, sino que en algún tiempo futuro sería necesario que la iglesia lo recibiera.

TODAS LAS DEMÁS BENDICIONES

Esta bendición prometida, reclamada por la fe, traería todas las demás bendiciones en su estela, y ha de ser dada liberalmente al pueblo de Dios. Por medio de los astutos artificios del enemigo las mentes del pueblo de Dios parecen ser incapaces de comprender las promesas divinas y de apropiarse de ellas. Parecen pensar que únicamente los más escasos chaparrones de la gracia han de caer sobre el alma sedienta. El pueblo de Dios se ha acostumbrado a pensar que debe confiar en sus propios esfuerzos, que poca ayuda ha de recibirse del cielo; y el resultado es que tiene poca luz para comunicar a otras almas que mueren en el error y la oscuridad. La iglesia por mucho tiempo se ha contentado con escasa medida de la bendición de Dios; no ha sentido la necesidad de alcanzar los exaltados privilegios comprados para sus miembros a un costo infinito. Su fuerza espiritual ha sido débil, su experiencia la de un carácter enano e inválido, y se hallan descalificados para la obra que el Señor quiere que hagan. No son capaces de presentar las grandes y valiosas verdades de la santa Palabra de Dios que convencerían y convertirían a las almas por el agente del Espíritu Santo. El poder de Dios espera que se lo pida y se lo reciba. Una cosecha de gozo será recogida por los que siembran la santa semilla de la verdad. "Irá andando y llorando el que lleva la preciosa simiente; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas". El mundo ha recibido la idea, por la actitud de la iglesia, de que el pueblo de Dios es por cierto un pueblo desprovisto de gozo, que el servicio de Cristo carece de atractivo, que la bendición de Dios se concede a un costo severo a los que la reciben. Al espaciarnos en nuestras pruebas, y magnificar las dificultades, representamos falsamente a Dios y a Jesucristo a quien él ha enviado; porque la senda que lleva al cielo se la hace carente de atractivo por la lobreguez que se junta en tomo al alma del creyente, y muchos se apartan chasqueados del servicio de Cristo. ¿Pero son realmente creyentes los que así representan a Cristo? No, porque los creyentes descansan en la divina promesa, y el Espíritu Santo es un consolador así como un reprobador.

El cristiano debe echar todo el fundamento si quiere erigir un carácter fuerte, simétrico, si quiere estar bien equilibrado en su experiencia religiosa. Es de esta manera como el hombre se ha preparado para hacer frente a las demandas de la verdad y la justicia como son presentadas en la Biblia; porque será sostenido y fortalecido por el Santo Espíritu de Dios. El que es un verdadero cristiano combina una gran ternura de sentimiento con una gran firmeza de propósito, con una invariable fidelidad a Dios; en ningún caso llegará a convertirse en el traidor de las verdades sagradas. El que es dotado del Espíritu Santo tiene grandes capacidades de corazón y de Intelecto, con una fuerza de voluntad y un propósito que son invencibles.

Hermanos míos, el Salvador exige de vosotros que prestéis atención a cómo testificáis por él. Necesitáis profundizamos cada vez más en el estudio de la Palabra. Tenéis toda clase de mentes a las cuales hacer frente, y a medida que enseñéis las verdades de la Palabra sagrada, habéis de manifestar fervor, respeto y reverencia. Limpiad vuestros discursos de la narración de historias, y predicad la Palabra. Tendréis entonces más gavillas para traer al Maestro. Recordad que en vuestro auditorio hay personas que están constantemente acosadas por la tentación. Algunos están luchando con la duda, casi en la desesperación, casi sin esperanza. Pedid a Dios que os ayude a hablar palabras que los fortalezcan para el conflicto (Review and Herald, 22 de diciembre de 1904).