Testimonios para los Ministros

Capítulo 18

Principios Vitales para Nuestras Relaciones Mutuas

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Jehová es Nuestro Rey

Dios me ha revelado muchas cosas que me ha pedido que dé a su pueblo por la pluma y de viva voz. Por este mensaje del Espíritu Santo, el pueblo de Dios ha recibido la sagrada instrucción concerniente a su deber para con Dios y para con sus semejantes.

Algo extraño ha ocurrido en nuestras iglesias. Los hombres que han sido colocados en puestos de responsabilidad para que fueran sabios ayudadores de sus obreros asociados, han llegado a suponer que fueron colocados como reyes y gobernantes en las iglesias, para decir a un hermano: Haz esto; y a otro: Haz aquello; y aun a otro: Está seguro de trabajar de ésta y esta manera. Ha habido lugares donde se dijo a los obreros que si no seguían las instrucciones de estos hombres de responsabilidad, no recibirían su sueldo de la asociación.

Es correcto que los obreros se consulten entre ellos como hermanos; pero el hombre que trata de inducir a su obreros asociados a seguir su consejo individual con respecto a los detalles de su obra, y a aprender de él su deber, está en una posición peligrosa, y necesita saber realmente qué responsabilidades comprenden su oficio. Dios no ha designado a ningún hombre para que sea conciencia para sus semejantes.

No es sabio poner tanta responsabilidad sobre, un administrador al extremo de que sienta que está obligado a ser un dictador.

UN PELIGRO CONSTANTE

Durante años ha habido una tendencia creciente, de parte de los hombres que ocupaban posiciones de responsabilidad, a dominar sobre la herencia de Dios, quitando así de los miembros de la iglesia su agudo sentido de la necesidad que tienen de la instrucción divina y su aprecio del privilegio de tomar consejo de Dios con respecto a su deber. Este orden de cosas debe cambiar. Debe haber una reforma. Hombres que no tienen una rica medida de esa sabiduría que viene de arriba no deben ser llamados a servir en puestos donde su influencia significa tanto para los miembros de la iglesia.

En mis primeras experiencias en el mensaje, fui llamada a encarar este mal. Durante mis labores en Europa y en Australia, y más recientemente en las reuniones generales realizadas en San José en 1905, tuve que presentar mi testimonio de amonestación contra ese mal, porque las almas eran inducidas a mirar al hombre para obtener sabiduría, en lugar de mirar a Dios, quien es nuestra sabiduría, nuestra santificación, y nuestra justicia. Y ahora el mismo mensaje me ha sido dado de nuevo, en forma más definida y decisiva, porque se ha inferido una ofensa más profunda al Espíritu de Dios.

UN PRIVILEGIO EXALTADO

Dios es el Maestro de su pueblo. Todos los que humillan sus corazones delante de él serán enseñados de Dios. "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada". El Señor quiere que todo miembro de iglesia ore fervientemente por sabiduría, para que sepa lo que el Señor quiere que haga. Es el privilegio de todo creyente obtener una experiencia individual, aprendiendo a llevar sus cuidados y perplejidades a Dios. Está escrito: "Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros".

Por medio de su siervo Isaías, Dios le pide a su iglesia que aprecie el exaltado privilegio de que goza al tener a su disposición la sabiduría infinita: "Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro! He aquí que el Señor Jehová vendrá con fortaleza, y su brazo se enseñoreará: y he aquí que su salario viene con él, y su obra delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente las paridas.

"¿Quién midió las aguas con su puño, y aderezó los cielos con su palmo, y con tres dedos allegó el polvo de la tierra, y pesé los montes con balanza, y con peso los collados? ¿Quién enseñó al espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién demandó consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones son reputadas como la gota de un acetre, y como el orín del peso: he aquí que hace desaparecer las íslas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las gentes delante de él, y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es".

"¿No has sabido, no has oído que el Dios del siglo es Jehová, el cual crió los términos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: Mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán".

Desde los capítulos 41 al 45 de Isaías, Dios revela muy plenamente su propósito a su pueblo, y estos capítulos deben ser estudiados con oración. Dios no instruye aquí a su pueblo a apartarse de su sabiduría y a buscar al hombre finito por sabiduría. "Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel -declara él-, pues que tú mi siervo eres: . . . Israel, no me olvides. Yo deshice como a nube tus rebeliones, y como a niebla tus pecados: tórnate a mí, porque yo te redimí. Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, lugares bajos de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está: porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado".

"Flublicad, y haced llegar, y entren todos en consulta: ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo. . . . Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más. Por mí hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, jurará toda lengua. Y diráse de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen, serán avergonzados. En Jehová será justificada y se gloriará toda la generación de Israel".

TODO YUGO DEBE SER QUEBRANTADO

Escribo esto en su totalidad, porque se me ha mostrado que los ministros y el pueblo son más y más tentados a confiar en el hombre finito para obtener sabiduría, y a hacer de la carne su brazo. Para los presidentes de asociaciones, y para los hombres que ocupan puestos de responsabilidad, presento este mensaje: Quebrantad los lazos y las cadenas que han sido colocados sobre el pueblo de Dios. A vosotros se os dirigen las palabras: "Que rompáis todo yugo". A menos que ceséis en la tarea de hacer que el hombre sea responsable ante el hombre, a menos que lleguéis a ser humildes de corazón, y vosotros ministros aprendáis el camino del Señor como niñitos, el Señor os separará de su obra. Hemos de tratarnos el uno al otro como hermanos, como colaboradores, como hombres y mujeres que están con nosotros, buscando luz y comprensión del camino del Señor, y que son celosos de su gloria.

Dios declara: "Seré glorificado en mi pueblo"; pero la dirección de hombres llenos de confianza en el yo ha resultado en poner a Dios a un lado, y aceptar los inventos de los hombres. Si permitís que esta situación continúe, vuestra fe pronto se extinguirá. Dios está en todo lugar, contemplando la conducta de las personas que profesan representar los principios de su Palabra. El pide que se haga un cambio. Quiere que su pueblo sea modelado y conformado, no a las ideas del hombre, sino a la semejanza a Dios. Os ruego que escudriñéis las Escrituras como nunca lo habéis hecho, para que sepáis el camino y la voluntad de Dios. ¡Oh, que cada alma sea impresionada con este mensaje, y se aparte de lo erróneo!

LA EXPERIENCIA DE PABLO

Haríamos bien en estudiar cuidadosamente el primero y el segundo capítulos de 1 Corintios. "Nosotros predicamos a Cristo crucificado -declara el apóstol-, a los judíos ciertamente tropezadero, y a los gentiles locura; empero a los llamados, así judíos como griegos, Cristo potencia de Dios y sabiduría de Dios. Porque lo loco de Dios es mas sabio que los hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres. Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: Para que ninguna carne se jacte en su presencia. Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: Para que, como está escrito: El que, se gloria, gloríese en el Señor". El ser humano que toma sobre sí la responsabilidad de ser sabiduría para otro se encontrará a sí mismo falto.

"Estuve yo con vosotros -continúa Pablo-, con flaqueza, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu y de poder; para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios. Empero hablamos sabiduría entre perfectos; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen: mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria".

ENSEÑADO POR EL ESPÍRITU

En las próximas palabras el apóstol trae a consideración la verdadera fuente de la sabiduría para el creyente: "Empero Dios nos lo reveló a nosotros por el Espíritu: porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. . . . Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual".

Estas palabras significan mucho para el alma que está tratando de correr la carrera que se le ha propuesto en el Evangelio. "El hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente. Empero el espiritual juzga todas las cosas; mas él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo".

Leed también el tercer capítulo de este libro, y estudiad y orad sobre estas palabras. Como pueblo, nuestra fe y práctica necesitan ser Fortalecidas por el Espíritu Santo. No debiera ejercerse ningún poder gobernante que obligue al hombre a obedecer los dictados de la mente finita. "Dejaos del hombre, cuyo hálito está en su nariz", ordena el Señor. Al inducir a las mentes de los hombres a apoyarse en la sabiduría humana, colocamos un velo entre Dios y el hombre, de manera que no hay una visión de Aquel que es invisible.

En nuestra experiencia individual hemos de ser enseñados por Dios. Cuando lo busquemos con corazón sincero, le confesaremos nuestros defectos de carácter; y él ha prometido recibir a todos los que vienen a él con un espíritu de humilde dependencia. El que se rinde a las exigencias de Dios tendrá la presencia permanente de Cristo, y esta compañía será para él una cosa preciosa. Aferrándose a la sabiduría divina escapará a la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Día tras día aprenderá más plenamente cómo llevar sus debilidades a Aquel que ha prometido ser una ayuda inmediata en todo tiempo de necesidad.

Este mensaje está destinado a nuestras iglesias en todo lugar. En la falsa experiencia que ha estado prevaleciendo, opera una decidida influencia a exaltar los agentes humanos, y a inducir a algunos a depender del juicio humano, y a seguir el gobierno de mentes humanas. Esta influencia está apartando la mente de Dios. No permita el Señor que una experiencia semejante se profundice y crezca en nuestras filas como adventistas del séptimo día. Nuestras peticiones han de llegar más arriba que el hombre falible: han de ir hasta Dios. Dios no se restringe a un solo lugar o persona. El mira desde el cielo sobre los hijos de los hombres; ve sus perplejidades, y está familiarizado con las circunstancias de toda experiencia de la vida. Comprende su propia obra sobre el corazón humano, y no necesita que hombre alguno diría la operación de su Espíritu.

"Esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáramos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que demandáramos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéramos demandado". Dios ha señalado a los ángeles que hacen su voluntad para que respondan las oraciones de los mansos sobre la tierra, y para que guíen a sus ministros con consejo y juicio. Agentes celestiales tratan continuamente de impartir gracia y fuerza y consejo a los fieles hijos de Dios, para que puedan desempeñar su parte en la obra de comunicar luz al mundo. El maravilloso sacrificio de Cristo ha hecho posible que todo hombre realice una obra especial. Cuando el obrero recibe sabiduría de la única fuente verdadera, se convierte en un verdadero canal de luz y bendición; porque recibirá su capacitación para el servicio en forma de ricas corrientes de gracia y luz del trono de Dios.

Responsabilidad Individual y Unidad Cristiana

Sanatorio, California, 16 de enero de 1907.

Vivímos en un tiempo cuando todo verdadero cristiano debe mantener una relación viva con Dios. El mundo está inundado de sofismas del enemigo, y estamos seguros solamente cuando aprendemos lecciones de verdad del gran Maestro. La solemne obra en la cual estamos empeñados demanda de nosotros un esfuerzo poderoso y unido bajo la dirección divina,

El Señor desea que sus obreros tomen consejo el uno con el otro, y que no avancen en forma independiente. Los que han sido colocados como ministros y guías del pueblo deben orar mucho cuando se reúnen. Esto dará una maravillosa ayuda y ánimo, vinculando el corazón con el corazón y el alma con el alma, induciendo a cada hombre a la unidad, a la paz y al poder en sus esfuerzos.

Nuestra potencia radica en llevar nuestras cargas a nuestro gran Maestro. Dios confiere honor a los que van a él y le piden ayuda, con fe, creyendo que la recibirán.

La ayuda humana es débil. Pero podemos unirnos para buscar ayuda y favor de Aquel que ha dicho: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto". El poder divino es infalible. Vayamos entonces a Dios, implorando que su Espíritu Santo nos guíe. Asciendan unidas nuestras oraciones al trono de la gracia. Mezclemos nuestros ruegos con alabanza y acción de gracias.

NECESIDAD DE EDUCACION RELIGIOSA

Cristo, nuestro abogado ante el Padre, sabe cómo simpatizar con toda alma. A los que lo reciben como su Salvador, él les otorga poder para llegar a ser hijos e hijas de Dios. Su vida de perfecta libertad del pecado ha preparado el camino para nosotros; por su medio la entrada al lugar santísimo se hace manifiesta.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". "El que recibe su testimonio, éste signó que Dios es verdadero. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla: porque no da Dios el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dio en su mano. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él".

Se necesita grandemente una educación religiosa para todos los que desempeñan una parte en la obra de Jesucristo. Han de ser obreros juntamente con Dios, empeñados en una obra sagrada y solemne. Cada uno ha de tener una experiencia individual en la enseñanza que reciba del gran Maestro, y una comunión individual con Dios. Ha de impartirse una nueva vida. Y esa vida ha de ser alimentada por el Espíritu Santo. Cuando hay una unión espiritual con el Señor Jesús, él guiará e impresionará el corazón. El será el guía, y en la vida habrá un crecimiento del compañerismo con Cristo.

Cristo es nuestra única esperanza. Podemos mirar a él, porque es nuestro Salvador. Podemos tomarle la palabra, y hacer de él nuestra dependencia. El conoce exactamente la ayuda que necesitamos, y con seguridad podemos poner en él, nuestra confianza. Si dependemos meramente de la sabiduría humana para que nos guíe, nos hallaremos en el lado perdedor. Pero podemos ir directamente al Señor Jesús, pues él ha dicho: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas". Es nuestro privilegio ser enseñados de Aquel que dijo: "Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

Tenemos un auditorio divino al cual presentar nuestras peticiones. Nada nos impida, pues, que ofrezcamos nuestras peticiones en el nombre de Jesús, creyendo con invariable fe que Dios nos escucha, y que nos responderá. Llevemos nuestras dificultades a Dios, humillémonos delante de él. Hay una gran obra que hacer; y aún cuando tenemos el privilegio de tomar consejo el uno con el otro, debemos estar bien seguros en todo problema, de recibir el consejo de Dios, porque él nunca nos guiará mal. No hemos de hacer de la carne nuestro brazo. Si lo hacemos, dependiendo mayormente de la ayuda humana, de la dirección humana, la incredulidad se infiltrará en nosotros, y nuestra fe morirá.

Frecuentemente recibo cartas de individuos que me hablan de sus problemas y perplejidades, pidiéndome que inquiera de Dios cuál es su deber. A aquellos acerca de los cuales el Señor no me dio ninguna luz, les he contestado a menudo: No he sido señalada por Dios para hacer una obra semejante a la que Ud. me pide. El Señor Jesús lo ha invitado a nevar sus cargas a Uno que comprende cada circunstancia de su vida.

"Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonarais, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas".

No deshonraré a mi Señor animando a la gente a venir a mí para pedir consejo cuando tienen una invitación permanente a ir a Aquel que es capaz de llevarlos a ellos junto con todas sus cargas.

"Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí. . . . Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo".

Dios trata con los hombres como individuos, dando a cada uno su obra. Todos han de ser enseñados por Dios. Por medio de la gracia de Cristo toda alma debe obrar su propia justicia, manteniendo una conexión viva con el Padre y con el Hijo. Esta es la auténtica experiencia que es de valor.

LA NECESIDAD DE UNA ACCIÓN ARMONIOSA

Aun cuando es verdad que el Señor guía a los individuos, es también verdad que está guiando a un pueblo, no a unos pocos individuos separados aquí y allá, uno creyendo una cosa, y otro otra. Los ángeles de Dios están realizando la obra que les ha sido confiada. El tercer ángel está guiando y purificando a su pueblo, y sus miembros deben moverse en forma unida.

Los que estaban en nuestra obra al comienzo ya están desapareciendo. Sólo unos pocos de los pioneros de la causa permanecen ahora entre nosotros. Muchas de las cargas pesadas soportadas al comienzo por hombres de gran experiencia están cayendo ahora sobre hombres más jóvenes.

Esta transferencia de responsabilidades a obreros cuya experiencia es más o menos limitada, está unida a algunos peligros contra los cuales necesitamos guardamos. El mundo está lleno de un espíritu de lucha por la supremacía. El espíritu de separarnos de nuestros compañeros en la obra, el espíritu de desorganización, está en el mismo aire que respiramos. Algunos consideran como peligroso todo esfuerzo para establecer orden: como una restricción de la libertad personal, y que por lo tanto ha de ser temido como papismo. Declaran que no han de aceptar el dicho de ningún hombre; que no son responsables ante ningún hombre. He sido instruida de que constituye un esfuerzo especial de Satanás inducir a los hombres a sentir que Dios se agrada cuando ellos escogen su propia conducta, independientemente del consejo de sus hermanos.

Aquí existe un grave peligro para la prosperidad de nuestra obra. Debemos movernos discreta, cuerdamente, en armonía con los juicios de los consejeros que temen a Dios; porque en esta forma de obrar sólo descansa nuestra seguridad y nuestra fuerza. De otra manera Dios no puede obrar con nosotros y a nuestro lado y en nuestro favor.

¡Oh, cómo se regocijaría Satanás si tuviera éxito en sus esfuerzos de infiltrarse entre este pueblo y desorganizar la obra en un tiempo cuando la organización cabal es esencial y será el mayor poder para mantenernos a cubierto de surgimientos espurios y para refutar pretensiones no respaldadas por la Palabra de Dios! Necesitamos mantener firmemente las líneas, para que no haya quebrantamiento del sistema de organización y orden que se ha edificado por un trabajo sabio y cuidadoso. No debe darse licencia a los elementos desordenados que desean dominar la obra en este tiempo.

UNIDAD DE ESFUERZO

Algunos han presentado el pensamiento de que, a medida que nos acerquemos al fin del tiempo, todo hijo de Dios actuará independientemente de toda organización religiosa. Pero he sido instruida por el Señor de que en esta obra no existe una cosa tal como que cada hombre sea independiente. Las estrellas están todas gobernadas por leyes; cada una influye a las otras para hacer la voluntad de Dios, rindiendo su común obediencia a la ley que gobierna su acción. Y para que la obra de Dios pueda avanzar en forma sana y sólida, su pueblo debe avanzar unidamente.

Los movimientos espasmódicos, caprichosos, de algunos que pretenden ser cristianos, están bien representados por la obra de caballos fuertes pero no amaestrados. Cuando uno tira hacia adelante, el otro tira hacia atrás; y a la voz de su amo, unos tiran hacia adelante, y otros se quedan inmóviles. Si los hombres no se mueven en concierto en la grandiosa obra para este tiempo, habrá confusión. No es una buena señal cuando los hombres rehusan unirse con sus hermanos y prefieren actuar solos. En lugar de aislarse, actúen en armonía con sus colaboradores. A menos que hagan esto, su actividad obrará a destiempo y de una manera errónea. Obrarán a menudo en contra de lo que Dios hubiera hecho, y así su trabajo es peor que si se hubiera malgastado.

LOS HOMBRES HAN DE SER CONSEJEROS, NO GOBERNANTES

"Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón". Espere cada uno de nosotros en el Señor, y él nos enseñará cómo trabajar. El nos revelará la obra que estamos mejor adaptados para realizar. Esto no inducirá a los hombres a surgir con un espíritu independiente, a promulgar nuevas teorías. En este tiempo, cuando Satanás está tratando de anular la ley de Dios por la exaltación de la falsa ciencia, necesitamos guardarnos muy cuidadosamente contra todo lo que tienda a aminorar nuestra fe y a desparramar nuestras fuerzas. Como obreros juntamente con Dios, debemos estar en armonía con la verdad y con nuestros hermanos. Debe haber consejo y cooperación.

Aun en medio de los mayores engaños de los últimos días, cuando se realizarán milagros engañosos a la vista de los hombres en favor de teorías satánicas, es nuestro privilegio escondernos en Cristo Jesús. Es posible para nosotros buscar y obtener salvación. Y en este tiempo de peligro extraordinario, debemos aprender a permanecer firmes solos, fijando nuestra fe, no en la palabra del hombre, sino en las seguras promesas de Dios.

Entre todos los obreros de Dios debe haber un espíritu de unidad y armonía. El Señor ha bendecido especialmente a algunos con una experiencia que los ha preparado para ser sabios consejeros. En nuestras diversas vocaciones ha de existir una dependencia mutua, el uno del otro, para lograr ayuda. Acerca de esto Pedro dice:

"Igualmente, mancebos, sed sujetos a los ancianos; y todos sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes".

Pero esto no autoriza a ningún hombre a asumir la obra de ordenar que sus hermanos obren arbitrariamente como él cree aconsejable, al margen de sus propias convicciones personales con respecto al deber. Ni han de creer, los obreros escogidos por Dios, que a cada paso deben esperar para preguntar a algún administrador que se halle en autoridad si deben hacer esto o lo otro. Aunque cooperando de todo corazón con sus hermanos para la ejecución de los planes generales que han sido trazados para la prosecución de la obra, han de mirar constantemente al Dios de Israel para recibir dirección personal.

A veces un hombre que ha sido colocado en una responsabilidad como director concibe la idea de que está en una posición de suprema autoridad, y de que todos sus hermanos , antes de hacer ningún movimiento de avance, deben primeramente venir a él para pedir permiso para hacer aquello que creen que debe hacerse. Tal hombre se encuentra en una posición peligrosa. Ha perdido de vista cuál es la obra de un verdadero dirigente entre el pueblo de Dios. En lugar de actuar como un sabio consejero, asume las prerrogativas de un gobernante impositivo. Dios es deshonrado por toda manifestación semejante de autoridad y exaltación propia. Ningún hombre, confiando en su propia fuerza, ha de erigirse en mente y juicio para otro hombre a quien Dios está usando en su obra. Ninguno ha de trazar reglas y reglamentos humanos para gobernar arbitrariamente a sus obreros colaboradores que tienen una experiencia viva en la verdad.

Dios pide a los que han ejercido indebida autoridad que retiren su mano dominante de sobre sus obreros. Trate toda persona a quien han sido confiadas sagradas responsabilidades, de comprender su deber individual ante Dios, y cumplir con ese deber humilde y fielmente. No se considere ninguno como un señor, con un poder dominador para ejercerlo sobre sus hermanos. Los principios de la Palabra de Dios han de ser enseñados y practicados.

RESPONSABLE ANTE DIOS

Aunque respetando la autoridad y trabajando de acuerdo con planes sabiamente trazados, todo obrero es responsable ante el gran Maestro del debido ejercicio del juicio que Dios le ha dado y de su derecho de mirar al Dios del cielo para lograr sabiduría y dirección. Dios es el Comandante y Gobernante supremo. Tenemos un Salvador personal, y no hemos de cambiar su palabra por la palabra de algún hombre. En las Escrituras el Señor ha dado instrucción a todo obrero. Las palabras del obrero Director deben ser estudiadas con diligencia; porque son espíritu y son vida. Los obreros que están luchando para actuar en armonía con esta instrucción se hallan bajo la dirección del Espíritu Santo, y no necesitan siempre, antes de tomar cualquier determinación para avanzar, pedir permiso a algún otro. No ha de trazarse ninguna línea precisa. Permitid que el Espíritu Santo dirija a los obreros. Mientras se mantienen mirando a Jesús, el autor y consumador de la fe, los dones de gracia aumentarán por un uso sabio de los mismos.

Dios desea que nos coloquemos en la debida relación con él. Desea que toda voz sea santificada. Quiere que todo lo nuestro -el alma, el cuerpo y el espíritu- sea plenamente santificado para hacer su voluntad. Es tiempo de que comencemos a saber que estamos vinculados con el Señor Jesucristo por una fe viva y actuante; es tiempo de que nos aferremos de la ayuda expresada por el Espíritu Santo, y que nuestras, palabras revelen que nos hallamos bajo el dominio divino. Creamos en Dios, y confiemos en él; y veremos su grandioso poder actuando entre nosotros.

En 1895 escribí a mis hermanos en el ministerio como sigue:

"Debo hablar a mis hermanos que están cerca y lejos. No puedo guardar silencio. No están trabajando a base de principios correctos. Los que se hallan en puestos de responsabilidad no deben sentir que su posición de importancia los hace hombres de juicio infalible.

"Todas las obras de los hombres están bajo la jurisdicción del Señor. Será completamente seguro que los hombres consideren que hay conocimiento con el Altísimo. Los que confían en Dios y en su sabiduría, y no en sí mismos, andan por senderos seguros. Nunca creerán que están autorizados a poner bozal aun al buey que trilla el grano; y cuán ofensivo es que los hombres controlen al agente humano que trabaja en sociedad con Dios, y a quien el Señor Jesús ha invitado con las palabras: 'Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga'. 'Nosotros, coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois'.

"El Señor no ha colocado a ninguno de sus agentes humanos bajo el dictado y el control de aquellos que son ellos mismos solamente mortales sujetos a error. El no ha colocado sobre los hombres el poder de decir: Ud. hará esto, y Ud. no hará aquello. . . .

"Ningún hombre es un juez adecuado del deber de otro hombre. El hombre es responsable ante Dios; y cuando hombres finitos y sujetos a error toman en sus manos la jurisdicción de sus semejantes, como si el Señor los hubiera comisionado para elevar y degradar, todo el cielo se llena de indignación. Hay extraños principios que han sido establecidos, con respecto al gobierno de las mentes y las obras de los hombres, por jueces humanos, como si estos hombres finitos fueran dioses. . . .

"Las organizaciones y las instituciones, a menos que sean guardadas por el poder de Dios, actuarán bajo el dictado de Satanás para colocar a los hombres bajo el gobierno de los hombres; y el fraude y el engaño presentarán el aspecto del celo por la verdad y por el avance del reino de Dios". . . .

"Dios no defenderá ningún plan por el cual el hombre, en el menor grado, gobierne y oprima a sus semejantes. La única esperanza para los hombres caídos es mirar a Jesús, y recibirlo como el único Salvador. Tan pronto como el hombre comienza a hacer una regla férrea para otros hombres, tan pronto como comienza a enjaezar y conducir a los hombres de acuerdo con su propia mente, deshonra a Dios, pone en peligro su propia alma y las almas de sus hermanos. El hombre pecaminoso halla esperanza y justicia solamente en Dios; y ningún ser humano es justo sino mientras tiene fe en Dios y mantiene una conexión vital con él. Una flor en el campo debe tener su raíz en el suelo; debe tener aire, rocío, lluvia y sol. Florecerá sólo cuando reciba estas ventajas, y todas son de Dios. Así ocurre con los hombres. Recibimos de Dios lo que sirve a la vida del alma. Se nos amonesta a no confiar en el hombre, ni hacer de la carne nuestro brazo".

Lo que antecede fue impreso en Special Testimonies to Ministers and Workers, No 9.

En 1903, escribí al presidente de una asociación:

"Por medio de un agente, es a saber, Cristo Jesús, Dios ha vinculado misteriosamente a todos los hombres entre sí. A todo hombre le ha asignado él algún ramo especial de servicio; y debemos ser rápidos en comprender que hemos de guardarnos de abandonar la obra que nos fue asignada para interferir en el trabajo de otros agentes humanos que están haciendo una obra que no es precisamente la misma que la nuestra. A ningún hombre le ha sido asignada la obra de interferir en el trabajo de uno de sus compañeros en la labor, tratando de tomarla en sus manos; porque la manejaría de tal manera que la echaría a perder. A uno Dios le da una obra diferente que la obra que él asigna a otro.

"Recordemos todos que no estamos tratando con hombres ideales, sino con hombres reales elegidos por Dios, hombres precisamente semejantes a nosotros, hombres que caen en los mismos errores que nosotros, hombres de semejantes ambiciones y debilidades. Ningún hombre ha sido convertido en amo, para gobernar la mente y la conciencia de sus semejantes. Seamos muy cuidadosos acerca de como tratamos con la herencia de Dios comprada con sangre.

"A ningún hombre le ha sido señalada la obra de ser un gobernante sobre sus semejantes. Cada hombre ha de llevar su propia carga. El puede hablar palabras de ánimo, fe y esperanza a sus compañeros en la obra; puede ayudarlos a llevar sus propia cargas sugiriéndoles métodos mejores de trabajo; pero en ningún caso ha de desanimarlos y debilitarlos, para que el enemigo obtenga una ventaja sobre sus mentes: una ventaja que a su tiempo reaccionará sobre él mismo.

"Por las cuerdas de tierno amor y simpatía el Señor vinculó a todos los hombres consigo mismo. Acerca de nosotros dice: 'Coadjutores somos de Dios; y vosotros, labranza de Dios sois, edificio de Dios, sois'. Esta relación debe ser reconocida por nosotros. Si estamos unidos con Cristo, constantemente manifestaremos una simpatía y una tolerancia semejantes a las de Cristo hacia los que están luchando con todas las capacidades que Dios les dio para llevar sus cargas, así como nosotros nos esforzamos para llevar nuestras propias cargas.

"En nuestras distintas vocaciones debe haber mutua dependencia para ayudarnos. No ha de ejercerse un espíritu de autoridad, ni aun por parte del presidente de una asociación; pues el puesto no cambia a un hombre en un ser infalible. Cada obrero a quien se le confió el manejo de una asociación ha de trabajar como Cristo trabajó, llevando su yugo y aprendiendo de él su mansedumbre y humildad. El espíritu de un presidente de asociación y su conducta en palabra y en hechos revelan si se da cuenta de su debilidad y coloca su dependencia en Dios, o si piensa que su posición de influencia le ha dado sabiduría superior. Si él ama y teme a Dios, si comprende el valor de las almas, si aprecia toda jota de ayuda que un obrero colaborador, habilitado por el Señor, puede prestar, será capaz de vincular el corazón con el corazón por el amor que Cristo reveló durante su ministerio. Hablará palabras de consuelo a los enfermos y dolientes.

"Si no cultiva modales impositivos, sino que recuerda siempre que Uno es su señor, Cristo Jesús, puede dar consejo a los que carecen de experiencia, y puede animarlos a ser la mano ayudadora de Dios .

"Las manos débiles no han de ser disuadidas de hacer algo por el Maestro. A aquellos cuyas rodillas son débiles no ha de hacérselos tambalear. Dios quiere que animemos a aquellos cuyas manos son débiles, a asirse más firmemente de la mano de Cristo, y a trabajar con esperanza. Toda mano debe ser extendida para ayudar a la mano que está haciendo algo por el Maestro. Puede llegar el tiempo cuando las manos que han sostenido las manos débiles de algún otro, a su vez sean sostenidas por las manos de aquellos a quienes ministraron. Dios ha ordenado las cosas de tal manera que ningún hombre es absolutamente independiente de sus semejantes".

CONSEJO A LOS HOMBRES QUE OCUPAN PUESTOS OFICIALES

Entre el pueblo de Dios hay algunos que han tenido gran experiencia en su obra, hombres que no se han apartado de la fe. A pesar de las grandes pruebas por las cuales han pasado, han permanecido fieles. Estos hombres deben ser considerados como probados y escogidos consejeros. Deben ser respetados, y su juicio debe ser honrado por los que son más jóvenes o que tengan menos experiencia, aun cuando estos hombres más jóvenes estén en puestos oficiales.

Estamos ocupados en una obra grande, y hay muchas oportunidades para el servicio en varios ramos. Oren todos fervientemente para que Dios los guíe por los debidos canales de servicio. Los obreros de Dios no deben descuidar ninguna oportunidad de ayudar a otros en toda forma posible. Si buscan abnegadamente a Dios para hallar consejo, su Palabra, que trae salvación, los guiará. Hallarán trabajo a la mano derecha y a la mano izquierda, y harán lo mejor que pueden para quitar de las mentes de otros toda duda y toda dificultad en la comprensión de la verdad. El Espíritu de Dios hará que sus labores sean eficaces.

El Señor llama a hombres que estén listos en todo instante, que estén preparados para hablar palabras a tiempo y fuera de tiempo que llamen la atención y convenzan el corazón. El reino de Dios no consiste en ostentación externa. La luz no se recibirá siguiendo planes egoístas, sino mirando a Jesús, siguiendo la dirección de Cristo, y no las suposiciones de los hombres. El reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.

A menudo ocurre que surgen circunstancias que demandan una rápida acción. Y a veces oportunidades preciosas han sido perdidas debido a la demora. El que debió haber actuado rápidamente sentía que en primer lugar debía consultar a alguien que estaba muy lejos y que no estaba familiarizado con las verdaderas condiciones. Así se ha perdido mucho tiempo en pedir consejo de hombres que no estaban en una posición tal como para dar un consejo sabio. Sean todos los obreros de Dios guiados por la Palabra de verdad que señala su deber, y sigan implícitamente las directivas que Cristo ha dado.

En 1883, dije a nuestros hermanos reunidos en el Congreso de la Asociación General:

"Satanás se regocija cuando los hombres miran al hombre y confían en él. Aquel que es objeto de indebida confianza está expuesto a fuertes tentaciones. Satanás lo inducirá, si es posible, a la confianza propia, a fin de que los defectos humanos echen a perder la obra. El estará en peligro de animar a sus hermanos a depender de él, y a creer que todas las cosas que tienen que ver con los movimientos de la obra deben ser traídas a su consideración. Así la obra llevará la impronta del hombre en lugar de la impresión de Dios. Pero si todos quisieran aprender a depender de Dios por sí mismos, podrían evitarse muchos peligros que asaltan al que está a la cabeza de la obra. Si él yerra, si permite que la influencia humana desvíe su juicio, o cede a la tentación, puede ser corregido y ayudado por sus hermanos. Y los que aprenden a ir a Dios por sí mismos para recibir ayuda y consejo, están aprendiendo lecciones que serán de mayor valor para ellos.

"Pero si los administradores de una asociación llevan con éxito las cargas puestas sobre ellos, deben orar, deben creer, deben esperar que Dios lo use como agentes suyos para conservar a las iglesias de la asociación en buena condición. Esta es la parte que deben cultivar en la viña . Deben haber mucho mayor responsabilidad personal, mucho más pensamiento y planeamiento, mucho más poder mental en la labor que se realiza por el Maestro. Esto aumentaría la capacidad de la mente, y daría percepciones más agudas en cuanto a qué hacer y cómo hacerlo. Hermanos, tendréis que luchar con dificultades, llevar cargas, dar consejos, planear y ejecutar, mirando constantemente a Dios para recibir ayuda. Orad y trabajad, trabajad y orad; como alumnos en la escuela de Cristo, aprended de Jesús.

"El Señor nos ha dado la promesa: 'Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le se será dada". Está en el orden de Dios que aquellos que llevan responsabilidades se reúnan a menudo para consultarse mutuamente, y para orar con fervor por la sabiduría que él solo puede impartir. Unidamente presentad vuestros problemas a Dios. Hablad menos: mucho tiempo precioso se pierde en hablar sin traer ninguna luz. Únanse los hermanos en ayuno y oración para obtener la sabiduría que Dios ha prometido que supliría liberalmente.

"Id a Dios y decidle como lo hizo Moisés: 'No puedo conducir a este pueblo a menos que tu presencia vaya conmigo'. Y entonces pedidle aún más; orad con Moisés: 'Muéstrame tu gloria'. ¿Qué es esta gloria? -el carácter de Dios. Esto es lo que le proclamó a Moisés. Aférrese el alma con fe viviente a Dios. Hable la lengua su alabanza. Cuando os asociáis juntos, dirigid reverentemente vuestro pensamiento a la contemplación de las realidades eternas. Así estaréis ayudándoos mutuamente a ser espirituales. Cuando vuestra voluntad está en armonía con la voluntad divina, estaréis en armonía el uno con el otro; tendréis a Cristo a vuestro lado como un consejero".

INDEPENDENCIA NO SANTIFICADA

El Señor no ha calificado a ninguno de nosotros para llevar la carga de la obra solo. El ha asociado entre sí a hombres de diferentes mentalidades, para que puedan consultarse y ayudarse mutuamente. De esta manera la deficiencia en la experiencia y las capacidades de uno es suplida por la experiencia y las capacidades de oro. Todos debemos estudiar con cuidado la instrucción dada en Corintios y Efesios con respecto a nuestra relación el uno con el otro como miembros del cuerpo de Cristo.

En nuestro trabajo debemos considerar la relación que todo obrero sostiene con otros obreros relacionados con la causa de Dios. Debemos recordar que otros así como nosotros tienen un trabajo que hacer en relación con esta causa. No debemos impedir que la mente tome consejo. En nuestros planes para llevar adelante la obra, nuestra mente debe combinarse con otras mentes.

Alberguemos un espíritu de confianza en la sabiduría de nuestros hermanos. Debemos estar dispuestos a recibir consejo y palabras de cautela de nuestros colaboradores en la causa. Relacionados con el servicio de Dios, debemos comprender individualmente que somos parte de un todo. Debemos buscar sabiduría de Dios, aprendiendo qué significa poseer un espíritu de espera y vigilancia, e ir a nuestro Salvador cuando estamos cansados y deprimidos.

Es un error apartarnos de aquellos que no coinciden con nuestras ideas. Esto no inspirará a nuestros hermanos confianza en nuestro juicio. Es nuestro deber consultar con nuestros hermanos, y escuchar consejo. Hemos de buscar su consejo, y cuando lo dan, no hemos de echarlo a un lado, como si fueran nuestros enemigos. A menos que humillemos nuestros corazones ante Dios, no conoceremos su voluntad.

Determinémonos a estar unidos con nuestros hermanos. Dios ha puesto este deber sobre nosotros. Alegraremos sus corazones siguiendo su consejo, y nos haremos fuertes por la influencia que esto nos dará. Además, si creemos que no necesitamos el consejo de nuestros hermanos, cerramos la puerta de nuestra utilidad como consejeros para ellos.

Quiero transmitir a toda iglesia el mensaje de que el hombre no ha de exaltar su propio juicio. La mansedumbre y la humildad de corazón inducirán a los hombres a desear el consejo a cada paso. Y el Señor dirá: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí". Es nuestro privilegio aprender de Jesús. Pero cuando los hombres, llenos de confianza en sí mismos, piensan que su trabajo consiste en dar consejo en lugar de desear ser aconsejados por sus hermanos experimentados, escucharán voces que los inducirán por senderos extraños.

Los ángeles de Dios están en nuestro mundo, y los agentes satánicos también están aquí. Se me permite ver la inclinación de ciertas personas a seguir sus propios rasgos de carácter fuerte. Si rehusan ponerse en el yugo con otros que han tenido larga experiencia en la obra, llegarán a cegarse por la confianza propia, no discerniendo entre lo falso y lo verdadero. No es seguro que tales personas ocupen la posición de dirigentes, para seguir su propio juicio y sus planes.

Son aquellos que aceptan las amonestaciones y palabras de caución que les son dirigidas, los que andan por caminos seguros. No se rindan los hombres al ardiente deseo de llegar a ser grandes directores, o al deseo de idear independientemente y trazar planes para ellos mismos y para la obra de Dios. Es fácil para el enemigo trabajar por medio de algunas personas que, teniendo necesidad de consejo ellos mismos a cada paso, asumen la custodia de las almas sin haber aprendido la humildad de Cristo. Estos necesitan consejo de parte de Aquel que dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados".

Nuestros ministros y dirigentes deben darse cuenta de la necesidad de consultar con sus hermanos que han estado largo tiempo en la obra, y que han obtenido una profunda experiencia en los caminos del Señor. La disposición de algunos a cerrarse y creerse competentes para planear y ejecutar de acuerdo con su propio juicio y sus preferencias, los coloca en apuros. Tal forma independiente de actuar no es correcta, y no debe ser seguida. Los ministros y maestros de nuestras asociaciones han de trabajar unidamente con sus hermanos de experiencia, pidiéndoles su consejo, y prestando atención al mismo.

Me siento libre de decir a nuestros hermanos que con humildad de corazón están siguiendo al Señor: Si sabéis que Dios quiere que os ocupéis en alguna obra, id adelante. Los que tienen la luz y la conciencia de que Dios los está guiando, no necesitan depender de ningún agente humano para definir sutrabajo. Han de recibir el consejo de la mayor autoridad. La seguridad, la paz y la certeza tranquila, han de ser encontradas solamente siguiendo el consejo del mayor Maestro que alguna vez vivió en nuestro mundo. No nos apartemos de su consejo infalible.

Pero nuestras impresiones no son siempre una guía segura para el deber. El impulso humano tratará de hacernos creer que es Dios el que nos está guiando cuando seguimos nuestro propio camino. Pero si velamos con cuidado, y pedimos consejo a nuestros hermanos, comprenderemos; pues la promesa es: "Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera". No debemos permitir que ideas humanas e inclinaciones naturales obtengan el predominio.

UNA EXHORTACION A LA UNIDAD

Los obreros de Cristo han de luchar por la unidad. Somos los hijos de una misma familia, y tenemos un solo Padre celestial. No nos hagamos pesados, y alberguemos dudas y falta de confianza en nuestros hermanos. No debemos herir nuestras almas juntando los cardos y las espinas, sino que en su lugar debemos reunir las rosas, los lirios y los claveles, y expresar su fragancia en nuestras palabras y actos.

La siguiente es parte de una disertación dada a los ministros reunidos en el Congreso de la Asociación General en 1883:

"'Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad'.

"Las relaciones de Dios con su pueblo a menudo parecen misteriosas. Sus caminos no son nuestros caminos, ni sus pensamientos nuestros pensamientos. Muchas veces su forma de tratar es tan contraria a nuestros planes y expectativas que nos asombra y nosconfunde. No entendemos nuestras naturalezas perversas; y a menudo, cuando estamos complaciendo el yo, siguiendo nuestras propias inclinaciones, nos adulamos a nosotros mismos con el pensamiento de que estamos ejecutando el pensamiento de Dios. Y así necesitamos escudriñar las Escrituras, y orar mucho para que, de acuerdo con su promesa, el Señor nos dé sabiduría.

"Aunque tenemos una obra individual y una responsabilidad individual delante de Dios, no hemos de seguir nuestro propio juicio, al margen de las opiniones y los pensamientos de nuestros hermanos; porque esta conducta conduciría al desorden en la iglesia. Es el deber de los pastores respetar el juicio de sus hermanos; pero sus relaciones mutuas, así como las doctrinas que enseñan, deben ser probadas por la ley y el testimonio; luego, si los corazones son accesibles, no habrá divisiones entre nosotros. Algunos están inclinados a ser desordenados, y están apartándose de los grandes jalones de la fe; pero Dios está guiando a sus ministros para que sean uno en doctrina y en espíritu.

"Hay hermanos que a veces se asocian juntos durante años, y piensan que pueden confiar en aquellos a quienes conocen tan bien, tal como confiarían en miembros de su propia familia. Hay una libertad y confianza en esta asociación que no podrían existir entre personas que no fueran de la misma fe. Esto es muy agradable mientras continúa el amor fraternal; pero permítase que el acusador de los hermanos logre acceso al corazón de uno de estos hombres, controle su mente y su imaginación, se creen celos, y se alberguen suspicacia y envidia; y aquel que se creyó seguro en el amor y en la amistad de su hermano nota que se desconfía de él, y que sus motivos son mal juzgados. El falso hermano olvida sus propias fragilidades humanas, olvida su obligación a no pensar y hablar mal para no deshonrar a Dios y herir a Cristo en la persona de sus santos; y todo defecto en que pueda pensarse o que pueda imaginarse es condenado en forma inmisericorde, y el carácter de un hermano es presentado como oscuro y objetable.

"Hay una traición de la sagrada confianza. Las cosas de las cuales se habla en hermanable confianza son repetidas y erróneamente presentadas; y toda palabra, toda acción, por inocente y bien intencionada que sea, es sometida a escrutinio por la crítica fría y celosa de los que se pensaba que eran muy nobles, demasiado honorables para tomar la menor ventaja de la asociación o de la confianza fraternal. Los corazones se cierran a la misericordia, al juicio y al amor de Dios; y se revela el espíritu frío, burlón y rencilloso que Satanás manifiesta hacia sus víctimas.

"Si Satanás puede emplear a los profesos creyentes para actuar como acusadores de los hermanos, eso es justamente lo que le agrada; porque los que hacen esto están siguiéndolo tan seguramente como Judas cuando traicionó a Cristo, aun cuando lo estén haciendo ignorantemente. Satanás no está menos activo ahora que en los días de Cristo, y los que se prestan para hacer esta obra manifestarán su espíritu.

"Los rumores flotantes son a menudo los destructores de la unidad entre los hermanos. Algunos hay que velan con mente abierta y oídos atentos para captar cada escándalo que vuela. Reúnen pequeños incidentes que pueden ser insignificantes en sí mismos, pero que son repetidos y exagerados hasta que un hombre es convertido en ofensor por una palabra. Su lema parece ser: 'Infórmanos, e informaremos'. Estas personas cuenteras están realizando la obra de Satanás con sorprendente fidelidad, sin saber cuán ofensiva es su conducta para Dios. . . .La puerta de la mente debe cerrarse contra el 'Ellos dicen', o 'He oído decir'. ¿Por qué, en lugar de permitir que los celos o las malas sospechas vengan a nuestro corazón, no vamos a nuestros hermanos, y después de presentarles en forma franca, pero bondadosa, las cosas que hemos oído en detrimento de su carácter y su influencia, oramos con ellos y por ellos? Aunque no podamos asociarnos con aquellos que son los peores enemigos de Cristo, debemos cultivar el espíritu de mansedumbre y amor que caracterizó a nuestro Maestro: un amor que no piensa el mal, a quien no se provoca con facilidad. . . .

"Cultivemos diligentemente los puros principios del Evangelio de Cristo: la religión, no de la estima propia, sino del amor, la mansedumbre, la humildad de corazón. Entonces amaremos a nuestros hermanos, y los estimaremos más que a nosotros mismos. Nuestra mente no se espaciará en escándalos y en cuentos que andan de boca en boca. Sino que 'todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad' ".

Como pueblo, hemos sido reprobados por Dios por hacer tan poco. Cuán importante es, pues, que nos guardemos cuidadosamente contra todo lo que pudiera descorazonar o debilitar la influencia de un alma que está haciendo una obra que Dios quiere que haga. Hay victorias para ganar si presentamos un frente unido y buscamos individualmente al Señor para obtener fuerza y dirección.

Orad por la Lluvia Tardía

"Pedid a Jehová lluvia en la sazón tardía: Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante". "Y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía". En el oriente la primera lluvia caía en el tiempo de la siembra. Esta es necesaria para que la semilla germine. Bajo la influencia de los aguaceros fertilizantes, surgen los brotes tiernos. La lluvia tardía, al caer cerca del fin de la estación, madura el grano, y lo prepara para la siega. El Señor emplea estas operaciones de la naturaleza para representar la obra del Espíritu Santo. Como el rocío y la lluvia son dados en primer lugar para hacer que la semilla germine, y luego para madurar la cosecha, así el Espíritu Santo es dado para llevar adelante, de una etapa a otra, el proceso de crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la terminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Por el poder del Espíritu Santo la imagen moral de Dios ha de ser perfeccionada en el carácter. Hemos de ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo.

La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra, representa la gracia espiritual que prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que la primera lluvia haya caído, no habrá vida; el brote verde no surgirá. A menos que los primeros chubascos hayan hecho su obra, la lluvia tardía no puede perfeccionar ninguna semilla.

Ha de haber "primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga". Debe haber un desarrollo constante de la virtud cristiana, un progreso permanente en la experiencia cristiana. Esto debemos buscarlo con intenso deseo, para que adornemos la doctrina de Cristo nuestro Salvador.

Muchos han dejado en gran medida de recibir la primera lluvia. No han obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto así para ellos. Esperan que la falta sea suplida por la lluvia tardía. Cuando sea otorgada la abundancia más rica de la gracia, se proponen abrir sus corazones para recibirla. Están cometiendo un terrible error. La obra que Dios ha comenzado en el corazón humano al darle su luz y conocimiento, debe progresar continuamente. Todo individuo debe comprender su propia necesidad. El corazón debe ser vaciado de toda contaminación, y limpiado para la morada interna del Espíritu. Fue por medio de la confesión y el perdón del pecado, por la oración ferviente y la consagración de sí mismos a Dios, como los primeros discípulos se prepararon para el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. La misma obra, sólo que en mayor grado, debe realizarse ahora. Entonces el agente humano tenía solamente que pedir la bendición, y esperar que el Señor perfeccionara la obra concerniente a él. Es Dios el que empezó la obra, y él la terminará, haciendo al hombre completo en Cristo Jesús. Pero no debe haber descuido de la gracia representada por la primera lluvia. Sólo aquellos que están viviendo a la altura de la luz que tienen recibirán mayor luz. A menos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones en torno de nosotros, pero no la discerniremos ni la recibiremos.

En ningún punto de nuestra experiencia podemos dejar de contar con la ayuda de aquello que nos hace idóneos para hacer el primer comienzo. Las bendiciones recibidas bajo la lluvia temprana nos son necesarias hasta el fin. Sin embargo éstas solas no serán suficientes. Mientras albergamos las bendiciones de la lluvia temprana, no debemos, por otra parte, perder de vista el hecho de que sin la lluvia tardía, para llenar la espiga y madurar el grano, la cosecha no estaría lista para la siega, y el trabajo del sembrador habría sido en vano. La gracia divina se necesita al comienzo, se necesita gracia divina a cada paso de avance, y sólo la gracia divina puede completar la obra. No habrá ocasión de descansar en una actitud descuidada. Nunca debemos olvidar las amonestaciones de Cristo: "Velad en oración", "Velad . . . orando en todo tiempo". Una conexión con el agente divino es esencial para nuestro progreso en todo momento. Podemos haber tenido una medida del Espíritu de Dios, pero por la oración y la fe continuamente hemos de tratar de conseguir más del Espíritu. No debemos nunca cesar en nuestros esfuerzos. Si no progresamos, si no nos colocamos en la actitud de recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad descansará a nuestra propia puerta.

"Pedid a Jehová lluvia en la sazón tardía". No descanséis satisfechos de que en el curso normal de la estación la lluvia ha de caer. Pedidla. El crecimiento y el perfeccionamiento de la semilla no es cosa que pertenece al dueño del campo. Sólo Dios puede madurar la cosecha. Pero se requiere la cooperación del hombre. La obra de Dios por nosotros exige la acción de nuestra mente, el ejercicio de nuestra fe. Debemos buscar sus favores con todo el corazón si los aguaceros de la gracia han de venir sobre nosotros. Debiéramos aprovechar toda oportunidad de colocarnos en el canal de bendición. Cristo ha dicho: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, ahí estoy en medio de ellos". Las convocaciones de la iglesia, tales como las reuniones generales, las asambleas de la iglesia local, y todas las oportunidades en que hay un trabajo personal por las almas, son las ocasiones señaladas por Dios para dar la lluvia temprana y tardía.

Pero nadie piense que al asistir a tales reuniones, su deber está cumplido. Una mera asistencia a todas las reuniones que se realizan no traerá en sí misma una bendición al alma. No es una ley inmutable la de que todos los que asisten a las reuniones generales o a las reuniones locales reciban grandes provisiones del cielo. Las circunstancias pueden parecer favorables para un rico derramamiento de la lluvia de gracia. Pero Dios mismo es quien debe ordenar a la lluvia que caiga. Por lo tanto, no debemos ser remisos en la súplica. No debemos confiar en la forma ordinaria de actuar de la providencia. Debemos orar que Dios abra las fuentes de las aguas de vida. Y nosotros mismos debemos recibir del agua viva. Oremos con corazón contrito con el mayor fervor para que ahora, en el tiempo de la lluvia tardía, los aguaceros de gracia caigan sobre nosotros. En toda reunión a que asistamos deben ascender nuestras plegarias para que en este mismo tiempo Dios imparta calor y humedad a nuestras almas. Al buscar a Dios para la recepción del Espíritu Santo, este poder obrará en nosotros mansedumbre, humildad de mente, y una dependencia consciente de Dios para la lluvia tardía que perfecciona la obra. Si oramos por la bendición con fe, la recibiremos como Dios lo ha prometido.

La comunicación constante del Espíritu Santo a la iglesia es representada por el profeta Zacarías por otra figura, que contiene una admirable lección de ánimo para nosotros. El profeta dice: "Y volvió el ángel que hablaba conmigo, y despertóme como un hombre que es despertado de su sueño. Y díjome: ¿qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelero todo de oro, con su vaso sobre su cabeza, y sus siete lámparas encima del candelero; y siete canales para las lámparas que están encima de él; y sobre él dos olivas, la una a la derecha del vaso, y la otra a su izquierda. Proseguí, y hablé a aquel ángel que hablaba conmigo, diciendo: ¿Qué es esto, señor mío? . . . . Entonces respondió y hablóme, diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, en que se dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. . . . Hablé aún de nuevo, y díjele: ¿Qué significan las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? Y él dijo: Estos dos hijos de aceite son los que están delante del Señor de toda la tierra".

De las dos olivas el aceite áureo fluía a través de los tubos de oro a las vasijas de los candeleros y de allí a las lámparas de oro que alumbraban el santuario. Así de los santos que están en la presencia de Dios, su Espíritu es impartido a los instrumentos humanos que están consagrados a su servicio. La misión de los dos ungidos es comunicar luz y poder al pueblo de Dios. Es con el propósito de recibir bendición para nosotros por lo que están en la presencia de Dios. Así como las olivas se vacían en los tubos de oro, los mensajeros celestiales tratan de comunicar todo aquello que reciben de Dios. Todo el tesoro celestial espera que lo pidamos y lo recibamos; y a medida que recibimos la bendición, a la vez hemos de impartirla. Así es como las santas lámparas son alimentadas, y la iglesia llega a ser portadora de luz en el mundo.

Esta es la obra que el Señor quiere que cada alma esté preparada para realizar en este tiempo, cuando los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, para que no soplen hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. No hay tiempo ahora para agradarse a sí mismo. Las lámparas del alma deben ser acondicionadas. Deben recibir la provisión del aceite de la gracia. Debe tomarse toda precaución para impedir el decaimiento espiritual, para que el gran día de Dios no nos sobrecoja como ladrón en la noche. Todo testigo para Dios ha de trabajar ahora inteligentemente en los ramos que Dios le ha señalado. Debemos obtener diariamente una experiencia viva y profunda en el perfeccionamiento del carácter cristiano. Debemos recibir diariamente el aceite santo, para que podamos impartirlo a los demás. Todos pueden ser portaluces ante el mundo, si quieren. Hemos de ocultar el yo, fuera de la vista, en Jesús. Hemos de recibir la palabra del Señor en forma de consejo e instrucciones, y comunicarla alegremente. Hay ahora necesidad de mucha oración. Cristo ordena: "Orad sin cesar"; esto es, mantened la mente elevada a Dios, la fuente de todo poder y eficiencia.

Por mucho tiempo podemos haber seguido el sendero angosto, pero no es seguro tomar esto como prueba de que continuaremos en él hasta el fin. Si hemos andado con Dios en compañerismo con el Espíritu Santo, es debido a que lo hemos buscado diariamente por la fe. El aceite áureo que fluye por los tubos de oro nos ha sido comunicado de las dos olivas. Pero los que no cultivan el espíritu y el hábito de la oración no pueden esperar recibir el aceite áureo de la bondad, la paciencia, la longanimidad, la cortesía y el amor.

Todos han de mantenerse separados del mundo, que está lleno de iniquidad. No hemos de andar con Dios durante un tiempo, y luego apartarnos de su compañía para andar en las chispas de nuestro propio fuego. Debe haber una firme constancia, una perseverancia en actos de fe. Hemos de alabar a Dios; de manifestar su gloria en un carácter justo. Ninguno de nosotros obtendrá la victoria sin un esfuerzo perseverante, incansable, proporcionado al valor del objeto que buscamos, la vida eterna.

La dispensación en la cual vivimos ha de ser, para los que piden, la dispensación del Espíritu Santo. Pedid su bendición. Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción. A nosotros se nos ha encomendado la ardua pero feliz y gloriosa tarea de revelar a Cristo a los que están en tiniebla. Somos llamados a proclamar las verdades especiales para este tiempo. Por todo esto el derramamiento del Espíritu es esencial. Debemos orar por él. El Señor espera que se lo pidamos. No hemos sido sinceros en esta tarea.

¿Qué puedo decir a mis hermanos en el nombre del Señor? ¿Qué proporción de nuestros esfuerzos se ha realizado de acuerdo con la luz que el Señor se ha agradado en darnos? No podemos depender de la forma o la maquinaria externa. Lo que necesitamos es la influencia vivificante del Espíritu de Dios. "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos". Orad sin cesar, y velad, obrando en armonía con vuestras oraciones. Mientras oráis, creed, confiad en Dios. Es el tiempo de la lluvia tardía, cuando el Señor dará liberalmente de su Espíritu. Sed fervientes en la oración, y velad en el Espíritu.

¿Cómo lo seguiremos para aprender de Aquel que es nuestro Maestro? Podemos escudriñar su Palabra, Y familiarizarnos con su vida y con sus obras. Hemos de recibir su Palabra como pan para nuestras almas. En toda esfera donde el hombre sea colocado, el Señor Jesús nos ha dejado sus pisadas. Hacemos bien en seguirlo a él. El Espíritu por el cual él habló, es el que debemos albergar; hemos de presentar la verdad como es en Jesús. Hemos de seguirlo especialmente con corazón puro, con amor. El yo debe estar escondido con Cristo en Dios; entonces cuando Cristo, quien es nuestra vida, se manifestare, también apareceremos con él en gloria (Special Testimonies to Ministers and Workers, No 9).

Palabras de Saludos

A los que están reunidos en el Congreso de la Asociación General de 1913.

Mis queridos hermanos:

Nuestros hombres representativos que asisten al Congreso de la Asociación General tienen el privilegio de albergar un espíritu de esperanza y valor. Hermanos míos, el Salvador se ha revelado a vosotros de muchas maneras; él ha llenado a vuestros corazones con la luz del sol de su presencia mientras habéis trabajado en países distantes y en vuestro país; os ha guardado a través de peligros visibles e invisibles; y ahora, al reuniros una vez más con vuestros hermanos en concilio, tenéis el privilegio de estar gozosos en el Señor y de regocijaros en el conocimiento de su gracia sostenedora.

Que su amor tome posesión de la mente y del corazón. Guardaos contra la excesiva preocupación, contra el estar deprimidos y agobiados por la inquietud. Presentad un testimonio elevador. Apartad vuestros ojos de lo que es oscuro y desalentador, y contemplad a Jesús, nuestro gran Director, bajo cuya vigilante supervisión la causa de la verdad presente, a la cual estamos dando nuestra vida y toda lo que somos, está destinada a triunfar gloriosamente.

La actitud que nuestros hombres representativos manifiesten durante el congreso tendrá una influencia notable sobre todo por todo el campo, así como sobre los delegados mismos. ¡Oh, hermanos míos, ojalá que se vea que Jesús vive en el corazón, sosteniendo, fortaleciendo y consolando! Tenéis el privilegio523 de estar dotados, de día en día, con una rica medida de su Santo Espíritu, y de tener puntos de vista amplios acerca de la importancia y el ámbito del mensaje que estamos proclamado al mundo. El Señor está dispuesto a revelaros cosas admirables en su ley. Esperad ante él con humildad de corazón. Orad más fervientemente por una comprensión de los tiempos en que vivimos, por una concepción más plena de su propósito, y por un aumento de la eficiencia en la salvación de las almas.

A menudo, en las horas de la noche, se me pide que insista ante nuestros hermanos que ocupa posiciones de responsabilidad, en que hagan fervientes esfuerzos para seguir conociendo al Señor más perfectamente. Cuando nuestros hermanos comprendan como debieran la importancia de los tiempos en que vivimos, se verá un propósito determinado de estar del lado del Señor, y se convertirán realmente en colaboradores con Dios. Cuando consagren el corazón y el alma al servicio de Dios, hallarán que es esencial una experiencia más profunda que la que nunca han obtenido hasta ahora, si quieren triunfar sobre todo pecado.

Será bueno que consideremos lo que pronto ha de ocurrir sobre la tierra. Este no es tiempo para cosas pequeñas o para buscarse a sí mismo. Si los tiempos en que vivimos dejan de impresionar nuestra mente con seriedad, ¿qué cosas puede alcanzarnos? ¿No nos piden las Escrituras una obra más pura y más santa que la que hemos visto hasta ahora?

Se necesitan ahora hombres de clara comprensión. Dios pide a aquellos que están deseosos de ser dirigidos por el Espíritu Santo, que sean los primeros en una obra de reforma completa. Veo una crisis delante de nosotros, y el Señor pide que sus obreros se coloquen en línea. Toda al alma debe estar ahora en una posición de consagración más profunda ymás verdadera a Dios que durante los años pasados. . . .

"Me gozo -hermanos míos-, de que en todo estoy confiado de vosotros". Y al paso que aún siento la más profunda ansiedad por la actitud que algunos asumen hacia medidas importantes relacionadas con el desarrollo de la causa de Dios en la tierra, tengo una fe poderosa en los obreros por todo el campo, y creo que mientras se reúnen y se humillan delante del Señor para consagrarse de nuevo a su servicio, serán capacitados para hacer su voluntad. Hay algunos que ni aun ahora verán los asuntos en la debida luz; pero éstos pueden aprender a ver paralelamente con sus colaboradores, y pueden evitar cometer serios errores buscando fervientemente al Señor en este tiempo y sometiendo su voluntad en forma completa a la voluntad de Dios.

He sido profundamente impresionada por las escenas que recientemente han pasado ante mí en las horas de la noche. Parecía haber un gran movimiento -una obra de reavivamiento- que ocurría en muchos lugares. Nuestros hermanos se colocaban en línea, respondiendo al llamado de Dios. Hermanos míos, el Señor nos está hablando. ¿No escucharemos su voz? ¿No acondicionaremos nuestras lámparas, y actuaremos como hombres que están esperando que su Señor venga? El tiempo exige que seamos portadores de la luz, exige acción.

Trabajen abnegadamente en el temor y el amor de Dios para hacer progresar la obra aquellos que se encuentran en todo campo lejano; como misioneros dé Dios, pueden hacer mucho por él si están relacionados con él. Debieran acercarse a Dios con plena certidumbre de fe, elevando manos santas, sin ira ni duda. Dios les manifestará su complacencia; Pero todos los que no trabajan con una consagración exclusiva a la gloria de Dios, haciendo de él su dependencia y su confianza, Y que más bien se apoyara en la sabiduría humana, cometerán desatinos. Es haciendo la obra de Dios como ha de obtenerse la más rica experiencia. Aquí es donde obtenéis sabiduría, y encontráis las promesas de Dios verificadas (Special Testimonies to Ministers and Workers, No 9).

La Vida Victoriosa

Sanatorio, California, 14 de junio de 1914.

Querido amigo:

El Señor me ha dado un mensaje para Ud., y no solamente para Ud., sino para todas las otras almas fíeles que están agobiadas por las dudas y los temores respecto de su aceptación por parte del Señor Jesucristo. Su palabra a Ud. es la siguiente: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú". Desee agradar al Señor, y puede hacerlo creyendo en sus promesas. El está esperando para llevarlo a un puerto de experiencia llena de gracia, y él le ordena: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". Ha tenido Ud. un tiempo de intranquilidad; pero Jesús le dice: "Venid a mí . . . que yo os haré descansar". El gozo de Cristo en el alma merece cualquier esfuerzo. "Entonces se alegran", porque tienen el privilegio de descansar en los brazos del amor eterno.

Elimine su desconfianza en nuestro Padre celestial. En vez de hablar de sus dudas, rompa con ellas con la fuerza de Jesús, y que la luz brille en su alma al permitir que su voz exprese confianza en Dios. Sé que el Señor está por darle la victoria, y yo le digo: Ayúdese, fortalézcase, elévese por encima de la mazmorra de la incredulidad. Las dudas irrumpirán en su mente, porque Satanás está tratando de mantenerlo en cautiverio bajo su cruel poder; pero hágale frente con la fuerza que Jesús está dispuesto a darle y venza la inclinación a expresar incredulidad en su Salvador.

No hable de su ineficacia y de sus defectos. Cuando la desesperación parezca querer dominar su alma, mire a Jesús, diciendo: El vive para hacer intercesión por mí. Olvide las cosas que están detrás, y crea la promesa: "Vendré a vosotros", y moraré "con vosotros".

Dios está esperando para conferir la bendición del perdón, el perdón de la iniquidad, y los dones de la justicia, a todos los que crean en su amor y acepten la salvación que él ofrece. Cristo está listo para decir al pecador arrepentido: "Mira que he hecho pasar tu pecado de ti, y te he hecho vestir de ropas de gala". La sangre de Jesucristo es el argumento elocuente que habla en favor de los pecadores. Esta sangre "limpia de todo pecado".

Es su privilegio confiar en el amor de Jesús para la salvación, de la manera más plena, más segura y más noble; tiene Ud. el privilegio de decir: él me ama, me recibe; confiaré en él, porque dio su vida por mí. Nada disipa tanto la duda como el ponerse en contacto con el carácter de Cristo. El declara "Y al que a mí viene, no le echo fuera"; esto es, no hay ninguna posibilidad de que yo le eche fuera, porque he comprometido mi palabra de que lo recibiría. Tome la palabra de Cristo, y declaren sus labios que ha ganado la victoria.

¿Es Jesús fiel? ¿Quiere decir él lo que dice? Conteste decididamente: Sí, cada palabra. Luego, si ha establecido esto, reclame por la fe toda promesa que él ha hecho, y reciba la bendición; porque esta aceptación por la fe da vida al alma. Puede Ud. creer que Jesús le es fiel, aun cuando se sienta el más débil y el más indigno de sus hijos. Y cuando Ud. cree, todas las dudas oscuras que ha acariciado son arrojadas sobre el archiengañador que las originó. Ud. puede ser una gran bendición si le toma a Dios la palabra. Con fe viva ha de confiar en él, aun cuando tenga un fuerte impulso de pronunciar palabras de desconfianza.

La paz viene con la dependencia del poder divino. Tan pronto como el alma resuelve obrar de acuerdo con la luz que ha recibido, el Espíritu Santo da más luz y fuerza. La gracia del Espíritu es proporcionada para cooperar con la resolución del alma, pero no es un sustituto para el ejercicio individual de la fe. El éxito en la vida cristiana depende de que uno se apropie de la luz que Dios ha dado. No es la abundancia de la luz y la evidencia lo que hace al alma libre en Cristo; es el surgimiento de las facultades y de la voluntad y las energías del alma para clamar con sinceridad: "Creo, ayuda mi incredulidad".

Me regocijo en la brillante perspectiva del futuro, y así debe hacer Ud. Sea alegre, y alabe al Señor por su amorosa bondad. Lo que no puede entender, confíelo a él. El lo ama, y se compadece de cada una de sus debilidades. El "nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo". No satisface el corazón del Infinito dar a aquellos a quienes ama su Hijo una bendición menor que la que da a su propio Hijo.

Satanás trata de distraer nuestras mentes del poderoso Ayudador, para inducirlas a pensar en la degeneración de nuestra alma. Pero aun cuando Jesús ve la culpa del pasado, habla perdón; y no debemos deshonrarlo dudando de su amor. El sentimiento de culpa debe dejarse al pie de la cruz, o de otra suerte emponzoñará las fuentes de la vida. Cuando Satanás golpea con sus amenazas sobre Ud., vuélvale la espalda y consuele su alma con las promesas de Dios. La nube puede ser oscura en sí misma, pero cuando está llena de la luz del cielo, refulge con el brillo del oro; pues la gloria descansa sobre ella.

Los hijos de Dios no han de estar sujetos a sus sentimientos y emociones. Cuando fluctúan entre la esperanza y el temor, el corazón de Cristo es herido; porque él les ha dado evidencias inconfundibles de su amor. Desea que sean establecidos, fortalecidos y cimentados en la santísima fe. Quiere que hagan la obra que les ha confiado; entonces sus corazones serán en las manos divinas como arpas sagradas, cada una de cuyas cuerdas exhalará alabanza y acción de gracias a Aquel que Dios ha enviado para quitar el pecado del mundo.

El amor de Cristo por sus hijos es tan tierno como su fortaleza. Y es más fuerte que la muerte; porque él murió para comprar nuestra salvación, y para hacernos uno con él, mística y eternamente uno. Tan fuerte es su amor que controla todos sus poderes, y emplea los vastos recursos del cielo para servir a su pueblo. Es inalterable, sin sombra de variación: el mismo ayer, y hoy y por los siglos. Aun cuando el pecado haya existido durante siglos, tratando de contraponerse a este amor y de obstruir su fluencia hacia la tierra, todavía sigue fluyendo en ricas corrientes hacia aquellos por los cuales Cristo murió.

Dios ama a los ángeles que no pecaron, que realizan su servicio y son obedientes a sus mandatos; pero él no les da gracia: nunca la han necesitado; porque nunca han pecado. La gracia es un atributo manifestado a los seres humanos inmerecedores. Nosotros no la buscamos; se la envió para que nos buscara. Dios se regocija en otorgar su gracia a todos los que tienen hambre y sed de él, no porque seamos merecedores, sino porque carecemos de méritos. Nuestra necesidad es la calificación que nos da la certidumbre de que recibiremos el don.

No debe ser difícil recordar que el Señor desea que Ud. arroje sus problemas y perplejidades a sus pies, y que los deje allí. Vaya a él, diciendo: "Señor, mis cargas son demasiado pesadas para que yo las lleve. ¿Quieres llevarlas por mí?" Y él contestará: "Yo las llevaré. 'Con misericordia eterna tendré compasión de ti'. Yo tomaré tus pecados, y te daré paz. No sigas desterrando tu respeto propio; porque te he comprado al precio de mi propia sangre. Eres mío. Yo fortaleceré tu debilitada voluntad. Tu remordimiento por el pecado yo lo quitaré".

"Yo, yo soy -declara el Señor- el que borra tus rebeliones por amor de mí; y no me acordaré de tus pecados. Hazme acordar, entremos en juicio juntamente; relata tú para abonarte". "No hablé en escondido, en lugar de tierra de tinieblas; no dije a la generación de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncia rectitud". "Mirad a mí, y sed salvos todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más". Responda a los llamados de la misericordia de Dios, y diga: "Confiaré en el Señor y seré confortado. Alabaré al Señor; porque su ira se ha disipado. Me regocijaré en Dios, quien da la victoria".